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Eduardo Jasso: 30 años en el sector metalmecánico

La pasión por la mecánica llevó a Eduardo Jasso, jefe de capacitación de Gühring Mexicana, desde Puebla hasta Moscú. Conozca su historia, desde sus inicios en el sector, hasta su posición actual en Gühring.
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De izquierda a derecha, Eduardo Tovar, director editorial de Modern Machine Shop México y Eduardo Jasso, jefe de capacitación de Gühring Mexicana.

De izquierda a derecha, Eduardo Tovar, director editorial de Modern Machine Shop México y Eduardo Jasso, jefe de capacitación de Gühring Mexicana.

Continuamos con la serie de entrevistas por el 10º aniversario de Modern Machine Shop México. En esta ocasión nuestro invitado es Eduardo Jasso, quien lleva más de treinta años en el mundo de las herramientas de corte.

Eduardo Tovar: Estás metido en el sector metalmecánico desde muy joven. ¿Cómo empezaste y qué carrera estudiaste?

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Eduardo Jasso: Inicié mi carrera en la metalmecánica en el Instituto Tecnológico Regional de Puebla como bachiller técnico en Ciencias Físico Matemáticas, especializado en máquinas-herramienta.

Para mí fue algo así como haber llegado al paraíso cuando vi veinte tornos, y dentro de esos veinte tornos, la gran decepción de ver tornos mexicanos hechos por la industria nacional de máquinas-herramienta que hasta el moleteado de las manijas te cortaba, si es que le dabas rápido, o que tenían solo un interruptor genérico.

Y observar, por ejemplo, un torno checoslovaco que podía cortar cuñeros, o un torno italiano con una capacidad de carga increíble. Máquinas rectificadoras italianas. Todo eso lo tenía como equipamiento el taller. Terminé el bachillerato y no quise estudiar Ingeniería Industrial, sino Ingeniería Mecánica.

Como no tenía recursos, empecé a trabajar en la Universidad Autónoma de Puebla y ahí conocí al profesor Domingo Vera Mendoza, quien fue mi amigo. Él había egresado de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, donde estudió Física Teórica. Yo le hacía sus resortes, sus planos inclinados en el taller del área de semiconductores del Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla.

El maestro Alejandro Pedroza y el maestro Juvencio Monroy Ponce eran los dirigentes de ese laboratorio, que en ese entonces ya tenían desarrollos de microsoldadura, fotolitografía y fotomicrolitografía para semiconductores. Ellos hacían sus desarrollos electrónicos y yo les hacía tres o cuatro componentes, como las resistencias para los hornos de oxidación, etcétera.

Y entonces, este señor me dijo: eres bueno trabajando, pero no eres bueno trabajando y estudiando. ¿Por qué no te vas al extranjero? Pide una beca. Y después de mucho batallar conseguí la beca y me fui a estudiar a la Unión Soviética. Llegué a Moscú el 23 de agosto de 1980. Y empecé a estudiar la carrera de constructor de maquinaria.

En la Facultad de Ingeniería Mecánica había tres especialidades: Construcción de maquinaria, Construcción de motores de combustión interna y Construcción de turborreactores y turbocompresores. Me pareció mucho más asequible y mucho más poderosa la fabricación de máquinas que la fabricación de turborreactores o de motores de combustión interna. ¿Por qué? Porque con una máquina-herramienta puedes construir cualquiera de esos dos componentes. Por eso me decidí por las máquinas-herramienta.

E. T.: ¿Cómo continuó ese camino en las máquinas-herramienta y las herramientas de corte?

E.J.: Durante ese transcurrir, yo asistía a los círculos de estudio de máquinas hidráulicas, de diseño de herramientas de corte, de desarrollo de mecanismos y máquinas. Y esas eran actividades extraescolares. Incluso me dije: pues ya que estamos aquí, vamos a vivir a lo ruso.

De manera evidente, no era solo ruso, era soviético, pero hasta bailé la “Kalinka”. Me metí al grupo de danza folclórica de la universidad, que tenía muchos grupos. Hasta en eso me metí. Dije: no tenemos otra cosa más que estudiar, pues estudiemos bien.

Hice mi trabajo de tesis sobre la descarga dinámica de los esfuerzos de flexión del husillo-motor de los tornos que producía la planta Krasniy Proletary en Moscú. Y ahí mismo hice todo el avance para graduarme como tecnólogo en la producción del husillo, no solo la descarga, sino la producción.

Introduje un estudio que me había encargado mi profesor de prensa y forja en el que se forjaban las estrías con dados incrustados en un herramental para que, en lugar de cortar las estrías, se formaran las estrías por deformación plástica en frío. Lo que daba muchas ventajas en cuanto a eso.

Esos trabajos teóricos me dieron una muy buena calificación. Pero infortunadamente no pude continuar con el doctorado por rebelde, pero no me arrepiento de no haber estudiado el doctorado.

A pesar de haber pasado ya casi cuarenta años de haber egresado, los libros que logré traer conmigo son mi biblioteca, y cuando consulto alguna duda, los encuentro tan actuales que pienso que la teoría de corte ha evolucionado muy poco. Y lo único que tenemos son materiales nuevos. Pero los fundamentos de aquel filo que pareciera un hacha, un hacha inclinada, después se vuelven un filo cortante en una herramienta. Por ejemplo, las rotativas que desarrollamos en Gühring siguen siendo actuales.

E. T.: ¿Cuántos años llevas trabajando en Gühring?

E.J.: A Gühring ingresé el 16 de octubre de 1997. He tenido lo que podría decirse dos años sabáticos en los que me separé de la compañía. Pero mi jefe ha considerado que soy una persona que puede aportar, y por eso ha aceptado mi reingreso en estas dos ocasiones. Pero solo dos años he estado fuera, y desde 1997 hasta hoy, sigo aquí.

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