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A finales de marzo de 2020, mientras desayunaba en un hotel de Guadalajara escuché que varios países empezarían a cerrar sus fronteras a causa del coronavirus. En ese momento no dimensioné ni imaginé lo que vendría para los meses siguientes.

Parte importante de mi trabajo es visitar talleres metalmecánicos y plantas de manufactura a lo largo del territorio mexicano. Tampoco imaginé que el inicio de una pandemia, como la que aún vivimos, cambiara mi manera de trabajar. De hecho, las últimas visitas presenciales que realicé en 2020 las pude hacer en marzo.

Días después, como efecto dominó, fueron apareciendo restricciones de circulación para la población en general y medidas que limitaban la producción industrial. Semanas más tarde apareció el sistema de semáforos creado por el gobierno para determinar qué estados de la República podían seguir en funcionamiento y en qué porcentajes de producción y personal. Hubo un paro total de la industria por varias semanas, excepto para las actividades declaradas esenciales.

Ante semejante reto impredecible, las asociaciones más importantes de las industrias bandera de México, como la automotriz y aeroespacial, empezaron a reaccionar y a reunirse con el gobierno para solicitar ser declaradas actividad esencial ya que, efectivamente, son sectores que aportan a la cadena de transporte de suministros médicos, por tierra o por aire, y no podían suspender la producción de partes y refacciones. Al poco tiempo, sus pares de Estados Unidos también reclamaban al gobierno mexicano por el reinicio de actividades para que las plantas mexicanas pudieran cumplir sus compromisos de proveeduría.

Finalmente, en un proceso que inició en abril de 2020, el 1º de junio el Consejo de Salubridad consideró la fabricación de equipo de transporte como actividad esencial y, por lo tanto, las armadoras y empresas fabricantes de autopartes y componentes aeroespaciales pudieron reabrir operaciones de manufactura en México.

De esa manera, se estableció un plan de reapertura de actividades denominado “La Nueva Normalidad”, estructurado en tres etapas y complementado por el “Sistema Semáforo” de la Secretaría de Salud. En cuanto a las actividades laborales, dicha categorización del semáforo significó la limitación de la producción industrial según cuatro colores: rojo: solo pueden funcionar las actividades esenciales; naranja: producción con plantillas reducidas, y amarillo-verde: nueva normalidad.

Esta “nueva normalidad” ha implicado el establecimiento de medidas sanitarias, capacidad de aforo, trabajos por turnos y distanciamiento social, que han ocasionado un cambio radical en el funcionamiento de las plantas de producción y en la manera como hemos debido adaptarnos a esta “normalidad”.

Como lo mencioné, para mi trabajo como editor ha sido un gran reto porque las visitas a talleres y plantas han sido limitadas. Los proveedores de equipos, herramientas e insumos también lo han sufrido en carne propia. Ahora solo pueden entrar a las instalaciones para casos muy concretos, en los que exista la necesidad de solucionar eventos específicos de procesos y producción. El ingreso para visitar ingenieros con el objetivo de presentar propuestas de mejoramiento, nuevos proyectos o alternativas de productos está limitado.

Muchas de esas visitas presenciales se han reemplazado por videoconferencias mediante las diferentes plataformas que ofrece internet. Proyectos, reuniones, entrevistas y juntas se hacen por estos medios, y aunque no son lo mismo que las reuniones cara a cara, han sido una alternativa. En el caso de un taller metalmecánico, donde el proveedor debe presentar y probar su producto en la máquina misma, resulta muy complejo. Sin embargo, como varios proveedores me lo han comentado, se las han ingeniado para salir adelante.

Esta pandemia nos ha presentado muchos retos, pero de igual forma nos ha permitido encontrar alternativas a nuestras maneras de trabajar. Esperamos que, más pronto que tarde, finalice esta situación que afrontamos y que aún parece un sueño. Por lo pronto, las condiciones prevalecen y 2021 se presenta como un año de retos, que vamos a superar con perseverancia y paciencia. Les deseo un año productivo y lleno de aprendizajes.

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